1.22.2007

La Sombra del Viento

[El Cementerio de los Libros Olvidados] p.15
Insinuó mi padre blandiendo una sonrisa enigmática que probablemente había tomado prestada de algún tomo de Alejandro Dumas.

[Miseria y Compañía, 1950-1952] c.10 p.89&96
Si algún día tiene usted una hija, bendición que no se la deseo yo a nadie,

−¿Qué te has hecho en la cara?
−Resbalé en la lluvia y me caí.
−Esa lluvia debía tener un buen derechazo.

−Los regalos se hacen por gusto del que regala, no por mérito del que recibe.

[Genio y Figura, 1953] c.11 p.107
Yo le había escuchado decir más de una vez que el mundo era un orinal y que estaba esperando a que el Barcelona ganase la liga de una puñetera vez para morirse en paz.

[Ciudad de Sombras, 1954] c.14, 16, 26, 30&31 p.129, 159, 267, 268, 301, 302&315
Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además un chiste malo.

Como nos enseña Freud, la mujer desea lo contrario de lo que piensa o declara, lo cual, bien mirado, no es tan terrible porque el hombre, como nos enseña Perogrullo, obedece por el contrario al dictado de su aparato genial o digestivo.

−He estado soñando con el padre Fernando −me dijo−. Sólo que en mi sueño iba vestido de delantero centro del Real Madrid y tenía la copa de la liga a su vera, reluciente como los chorros del oro.

Si supiera mentir mejor, no estaría dando clases de álgebra y latín; andaría ya en el obispado, con un despacho de cardenal y melindros tiernos para el café.

−La madre naturaleza en una grandísima furcia, ésa es la triste realidad.

−La verdad sólo se dice como último recurso, Daniel, y más a una monja.

Quien quiere de verdad, quiere en silencio, con hechos y nunca con palabras.

[Nuria Monfort: Memoria de Aparecidos, 1933-1955] c.12 p.515&518
Los americanos están inventando una cosa que se llama televisión y que será como el cine, pero en casa. Ya no harán falta ni libros, ni misa, ni nada de nada.

Corrió el rumor en la oficina de que Nuria Monfort era una «tortillera», puesto que se mantenía inmune a los encantos y al aliento de ajos de don Pedro Sanmartí, y que se entendía con Mercedes Pietro. Más de un joven de provenir en la empresa aseguraba haber visto a ese «par de guarras» besuqueándose en el archivo en contadas ocasiones.

[27 de Noviembre de 1955, Post Mortem] p.552
Me contaron que la sangre que corría por mis venas era suya, que yo había perdido toda la mía, y que mi amigo llevaba días atiborrándose de pepitos de lomo en la cafetería de la clínica para criar glóbulos rojos en caso de que yo necesitase más. Quizá eso explicase por qué me sentía más sabio y menos Daniel.

[1956, Las Aguas de Marzo] p.555&556
Resignado a que pronto su nieto me llamase papá.

Ramos, que no había celebrado una boda en la vida y cuya especialidad era el latín, la trigonometría y la gimnasia sueca, por ese orden.