Capítulo I ~ p.20&21
Era necesario contemplar la placa mañana a mañana para constatar que nada podía ser demasiado en serio. Que ningún detective de película seria compartiría el despacho con un experto en drenaje profundo, un tapicero y un plomero.
Mucho menos suscripciones al Excélsior después de lo mierda que se había vuelto.
Capítulo II ~ p.37
−¿Y sabe qué? −dijo para culminar el diálogo−. Que hay oficios que mejor van y chingan a su madre.
−De acuerdo −dijo el ingeniero en cloacas, experto en inundaciones de caca.
Capítulo IV ~ p.73
(...)y Salió no sin antes dedicarle una sonrisa franca a la niña que gateaba cerca de la mesa, la cual, para sorpresa, quizá porque no le habían dicho que seguía siendo un extraño, se la devolvió.
Capítulo VI ~ p.143
−Nomás que ya no veo una puta chingada con las luces de los anuncios. ¿Qué, hay que hacerlo a oscuras o de jodida podemos prender las veladoras?
Capítulo VII ~ p.143
Caray, que peliculesco. Decidió ponerle WW al asesino en lugar de X; eso aumentaba el exotismo.
Capítulo IX ~ p.192
Se separó de la pared y se quedó mirando las tres fotos y los tres papeles bajo ellas como quién contempla un cuadro de Vang Gogh. Los detectives de novela hubieran dicho: “¡Listo!” Y todo hubiera casado.
Capítulo XI ~ p.231,245&246
Después de todo, en términos de imagen había mejorado notablemente. Un parche en el ojo izquierdo, una barba crecida, un bastón sólido que con la ingeniería adecuada podía ocultar un estelita, como el del conde de Montecristo.
−Ando buscando a un hombre −dijo el detective, tratando de penetrar la penumbra con el ojo sano.
−Puede ser que lo haya encontrado.
−Dicen sus vecinos que se llama usted Sebastián Armenta.
−Cierto es.
Los ojos del viejo lo miraron taladrándolo. ¿Eran los ojos húmedos y persistentes de Zapata? ¿Eran esos ojos con sesenta años más y muchas menos esperanzas?
−El hombre que busco salió de Morelos en el año 19 porque ya no se le quería bien.
−Algo hay de eso... El gobierno no lo quería bien.
−Luego estuvo en el 26 en Tampico con un joven de Nicaragua que se llamaba Sandino.
−General de hombres libres, el general Sandino −afirmó el viejo.
−Contrabandeó armas para él en ese mismo año a bordo de una barcaza que se llamaba Tropical.
−Había otras dos llamadas Superior y FOAM. Buenos barquitos, dieron su servicio...
−Se llamaba por aquél entonces Zenón Enríquez, y era capitán del ejército libertador.
−El capitán Enríquez; el callado, de decían... Así es.
−En 1943 de paso por Costa Rica se hizo un pasaporte a nombre de Isaías Valdez para regresar a México.
−Isaías Valdez −repitió el viejo como confirmando.
−A mediados del año 44 entró a trabajar en el mercado Dos de Abril. Se llamaba entonces Eulalio Zaldívar. Gran amigo de Rubén Jaramillo.
−Gran amigo de un gran compañero, el último de los nuestros.
−Dejó el mercado en 47 y volvió a él en el 62, para irse de nuevo en el 66. en 1966 regresó al Olivar de los Padres y vivió de hacer recetas bajo el viejo nombre de Isaías.
−Estuvo en Morelos de 1947 a 1962
−En 1970 un viejo que se llamaba como usted, Sebastián Armenta, llega a vivir a esta colonia, hace su cueva y vive de vender dulces a la salida de los cines de Avenida Revolución. Dulces de coco, alegrías, ates.
−Así fue.
−¿Conoce a ese hombre?
El viejo hizo una pausa, Héctor extendió un Delicado con filtro. El viejo aceptó, cortó el filtro con los dientes y se puso el cigarrillo por la punta de la boca, esperó que se lo encendiera y dio una larga chupada. Luego echó el humo hacia el techo de la cueva.
−Usted anda buscando a Emiliano Zapata −dijo al fin.
−Así es.
Durante un instante, el viejo continuó fumando, como su no hubiera oído la respuesta. Los ojos más allá de la cortina roja, en la noche cerrada a las espaldas del detective.
−No, Emiliano Zapata está muerto.
−¿Está seguro, mi general?
−Está muerto, yo se lo que digo. Murió en Chinameca en 1919 asesinado por traidores. Las mismas carabinas asomarían ahora... Los mismos darían la orden. El pueblo lloró entonces, para qué quiere que llore dos veces.
11.06.2007
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