6.30.2007

Los Cuarenta y Cinco

Capítulo IV [El Palacio Que Ocupaba En La Plaza De Greve Su Majestad El Rey Enrique III] p18
(...)sus súbditos, que al verlo nunca sabían si tenían que gritar: “Viva el rey”, o rogar a Dios por su alma.

Capítulo VIII [Silueta de Gascón] p39
−Esperad, ¡que diablos! Mi sombrero se cayó...
−¿Junto con vos?
−Yo no me caí, salté la suelo;

Capítulo IX [El Señor de Loignac] p43
−¿Cómo? ¿Venderíais las armaduras de vuestros empleados? −preguntó Sainte-Maline en tono de burla
−¡Ah señor! −dijo Eustaquio de Miradoux−, harías muy mal, ésas son reliquias sagradas.
−¡Bah! −replicó Chalabre−; a estas horas mis antepasados son también reliquias y no les hace falta otra cosa que misas.

Capítulo X [El Hombre de las Corazas] p45
−Católicos, como nuestro santo padre el papa, a Dios gracias.

Capítulo XIII [El Dormitorio] p60&61
−¡Epernón! ¡Epernón! Es poco caritativo hablar mal de los ausentes.
−¡Rediez! Vos habláis peor de los presentes, Sire

−¿Qué papel desempeña junto a ti ese Loignac?
−Es mi Epernón, Sire
−Te costará caro, entonces.

Capítulo XIV [La Sombra de Chicot] p63,65&67
−¡Eh! ¡Eh! Solo después de tu muerte, eso no es seguro −le respondió una voz estridente que vibró con sonido metálico a pocos pasos del lecho−. Y los gusanos, ¿por quién los tomas?

−¡Ay, mi pobre Enriquito! −añadió la voz−; ¿sigues siendo tan simple?
−¿Qué significa esto?
−Que las sombras no hablan, estúpido, puesto que no tienen cuerpo, y por consiguiente, carecen de lengua.

−¡Oh, pero yo, Enrique, es muy distinto!; no soy gascón desde que me fui de Gascuña.
−¿Mientras que ellos...?
−Es todo lo contrario; no eran gascones en Gascuña y aquí lo serán doblemente.

−¿Bajo el mando de esa cuadragésimas sexta espada que se llama Epernón?
−No por él, precisamente.
−¿Y por quién?
−Por Longinac.
−¡Puf!
−¿Vas a despreciar ahora a Longinac?
−Me guardaré muy bien de hacerlo; es mi primo en vigésimo sexto grado.
−Vosotros los gascones sois todos parientes.
−Al contrario de vosotros los Valois, que no tenéis parentesco con nadie.

−¡Bah! ¡Mirad al insolente para quién el honor de estar emparentado con la familia real de Francia no es bastante y se permite reclamar lo que le pertenece!

Capítulo XV [Las Dificultades Que Tiene Que Vencer Un Rey Para Hallar Buenos Embajadores] p70&72
−Nunca... Si tuviese el abdomen del duque de Mayenne, no digo que no; pero soy delgado, tengo derecho a ser orgulloso.

− (...)es agradable aburrirse, en verdad... No estaba acostumbrado, y me parece muy distinguido.
−Ya lo creo que es distinguido −comentó el rey−, puesto que yo lo puse de moda.

−Dividir para reinar −replicó Chicot−; hace cien años que eso era ya el a b c de la política.

Capítulo XVII [La Serenata] p79
−¡Mi serenata! ¡Mi serenata! −respondió Chicot con la mayor cortesía−. Decidme, al menos, a quién está dirigida la serenata.
−A vuestra hija, imbécil.
−Excusadme, señor, pero no tengo hijas.
−A vuestra esposa, entonces.
−¡Gracias a Dios, soy soltero!

Capítulo XX [Los Dos Amigos] p86
−¿Y por qué os marcháis después de haber dicho que almorzaríais conmigo?
−Ante todo, no he dicho que almorzaría con vos.
−Dispensad, os invité.
−Y yo respondí en forma evasiva, que no es lo mismo.

−Con entusiasmo, porque tiene buena memoria, a pesar de que es rey.

No hay comentarios: