Luis XVIII dio un paso hacia adelante y cruzó los brazos cual hubiese hecho Napoleón.
Capítulo XIX [El Tercer Acceso] p158
−¡Bah, bah! −dijo el médico, con esa impiedad familiar a todos los de su profesión;
Capítulo XXIII [La Isla de Monte-Cristo] p178
(...)veía en el joven a su natural sucesor, y sentía en el alma el no poseer una hija para sujetar a Edmundo a su lado
Capítulo XXXV [La Mazzolata] p312
−Si, si se es pobre y torpe; no si se es millonario y hábil.
(...)hacía los honores a la comida como hombre condenado desde cuatro o cinco años a la cocina italiana, es decir, a una de las más feísimas cocinas del mundo.
Capítulo LII [Toxicología] p475
−No, señora; contra la costumbre de la historia, es una verdad;
Capítulo LVII [El Cercado de Alfalfa] p522
(...)pero sin ser amigas, las jóvenes se confían sus secretos;
Capítulo LXXXV [El Viaje] p773
(...)y llegaréis, no solo a ir más veloz que el ferrocarril, lo que en Francia no es muy difícil,
Capítulo XCVI [El Contrato] p855
Como acontece siempre, las más viejas eran las más adornadas, y las más feas las que se mostraban con más obstinación.
Capítulo XCVIII [La Posada De La Campana Y La Botella] p867
En todo cerebro bien organizado, a idea dominante, y siempre existe una, es la primera que se presenta al despertar, como también es la última que se tiene al dormirse.
Capítulo XCVIX [La Ley] p874
(...)que era tema de conversación en las tres cuartas partes de la ciudad eminentemente chismosa a que llaman la capital del mundo.
Capítulo CIX [La Audiencia] p951
−En su principado, si... En que fuese príncipe, no.
Capítulo CXV. La Minuta de Luigi Vampa, p998
−“¡El diablo me lleve! −dijo Danglars echando a través de las rendijas de la puerta una mirada a la comida del bandido−, el diablo me lleve si entiendo como pueden comerse semejantes porquerías.”
Porrúa, 16ª Edición
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